Crónica de un atraco
Aún recuerdo con claridad el día de mi primera, y gracias a
Dios, mi última atracada. Fue una mañana gris (pues iba a trabajar) del mes de
julio del 2007. Como cada día a las 6:05 am, iba de camino a la esquina de la
casa a esperar el autobús, mientras veía de vez en cuando, a papi quien venía
caminando a unos tres metros detrás de mí, en vista de que siempre me
acompañaba aun cuando el cielo estaba claro esos días. Se supone que debía irme
con él, pero su velocidad de salir de la casa me haría perder el transporte del
trabajo, así que decidí adelantarme, gran error.
Unos dos minutos después, al ir apenas por la mitad del
recorrido, veo un tipo que viene, a la misma altura que papi, en un motor.
Noto, aunque no le presté atención, que se mueve de manera silenciosa, a pesar
de lo bullosos que son los motores en nuestro país. Pero lo que realmente llamó
mi atención fue ver, al voltear una vez más, a papi haciendo más señas que un
tráfico, pero que él juraba yo entendía, cuando para mí, en cambio, estaba
medio convulsionando. Fue entonces cuando me gritó: ¡¡que te pares ahí!!
Ahí empecé a darme cuenta que algo raro pasaba, y con un
pestañar el motorista ya estaba a la par
mía, acercándose desde metro y medio aproximadamente hacia mi derecha. Yo, sin
desayunar a esa hora, y con el sueño en los ojos aun, pienso que él me va a
preguntar algo, o incluso a darme algún mensaje de papi, quien había empezado a
correr hacia mi y al que había visto antes apurado porque entendiera sus
extrañas señas.
Ya face to face conmigo, como dirían los gringos, el tipo me
dice que le de la cartera, y ahí entonces fue cuando caí en cuenta de que
estaba experimentando algo que pensé no me pasaría nunca…. mi primera atracada.
Medio paralizada, pero sin perder el sentido, cedo intentar darle la cartera,
puesto que el ladrón me la pidió amablemente apuntándome con un arma.
En el lapso de tiempo que hubo entre el instante en que él
me dijo que le de la cartera y cuando empecé a desenganchármela del brazo, hubo un momento de tensión y
cálculo, vi a papi a mi derecha como se acercaba, y luego vi al ladrón con el
arma, entonces pensé: si dejo que papi se acerque con este tipo aquí, y con lo acelerado
y rabioso que es (por algo le llamamos Homero de cariño) se atreve a ponerse a
pelear, y quién sabe lo que pueda pasar.
Así que inmediatamente pensé en entregar lo que tenía tan rápido que el ladrón
pudiera fugarse antes de que papi termine de llegar donde mi y evitar una
tragedia.
Así mismo lo hice, tomé la cartera, pero en lugar de dársela
en las manos, la lancé por encima de él, de manera que cayera en el suelo de su
lado que daba a la calle y no donde mí, todo esto pensando que al caer y el
voltearse a recogerla del suelo, me daría tiempo a empujarlo y moverme de ahí,
o no se, quizá darle un par de pataditas. Pero me salió el tiro por la culata,
el tipo parece que mínimo, jugaba béisbol en la posición de jardinero central,
porque alzó los brazos en ese instante de una forma tal que me pareció ver en persona a Elastic Girl de los Increíbles,
alcanzando agarrar la cartera en el aire.
Pero él no se conformó con la cartera no, sino que me pide
el celular, y no es que me haya quitado el celular lo que me molestó, es que lo
viera, debido a que lo tenía cubierto entre los libros que llevaba en los
brazos y el pecho, además del hecho de que mi celular parecía más un video
juego o calculadora que un teléfono, tanto así que todo el mundo cuando lo veía me preguntaba si
era de tó, menos celular, ahh pero el ladrón, experto en tecnología, además de
amable, tenía que identificarlo de una vez…
Así que ni modo, se lo di, y justo terminando papi de llegar
el tipo aceleró y se fue. Y todo lo que me dijo papi (que según él me había
dicho con sus señas y gestos) me lo voy a reservar.
Después de todo eso, que pasó en cuestión de segundos, no me
quedó más remedio que continuar caminando hacía mi guagua, antes de que me
dejara.
Pero luego de darle mente… lo lamenté por el ladrón, porque aunque
acostumbro llevar una sucursal de la casa en mis carteras, ese día andaba con
una pequeña, y tan solo unas cuantas cosas, y lo mejor de todo, $20. 00, que
sería lo único que ganaría el tipo, quien seguro me atracó un 26 haciendo
cocote con que andaba con el sueldo que cobraría el 25. Pobrecito.
Ya con el asunto de la querella en la súper policía pues
tendría que escribir una novela, en vista de lo especiales que son aquí en
Dominicana. Así que por el momento solo espero no vivir de nuevo esa
experiencia, y claro, esperar a quien me acompañe a la parada y no asumir que
los ladrones nunca fueron atletas.
1 comentario:
Lamento lo de la cartera, los 20:00 pesos y la cascara que hacia llamadas. Sobre todo lamento tu infructuoso viaje a la policía.
Muy animado tu relato. Solo te observo que tengas pendiente la voz y el tono de la narración, a veces deja de ser serio, y pasa a ser entretenido, a chercha.
También este pequeñín se te paso:
"Noto, aunque no le presté atención, que se mueve "
Tu relato esta en pasado, y acá cambia a presente.
El tiempo en el relato es tan esencial como el hecho, o los personajes.
Besotes Jula!
Siempre a tu lado, aunque nos separara la gotera.
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