Por extrema necesidad, me dirijo
nueva vez a la Procuraduría a solicitar una certificación de “No antecedentes
penales”, y con la esperanza rota de salir en menos de una hora, llego y me
encuentro con una fila kilométrica, porque resulta que en mi país, hasta para
comprar pollo en el colmado te piden una certificación de éstas, que por cierto,
tiene un precio nada más y nada menos que de RD$330.00.
Al ver que la fila doblaba tres
veces, peor que las de Inespre en sus tiempos, me di cuenta que tres horas
incluso no eran suficientes para el proceso, así que decido irme, a ver lo que
podía resolver. Pero mi idea fue peor que pensar salir de la tienda Los
Muchachos o Calzados Belén, cuando varios buscones de la zona me empiezan a
tratar de convencer de hacerme la diligencia en 20 minutos por RD$200.00, y
después de mucha insistencia le digo al pana que solo tengo RD$150.00, así que
acepta y yo digo que sí, total, ¿qué podía perder?
Me dedico a esperar, y mientras, me
pongo a darle mente a lo siguiente… si los buscones entran y sacan los
documentos en tan poco tiempo, entonces es la razón principal por la que la
fila no avanza nunca, y por ende, se acumulan tantas personas. Y obviamente
esas gestiones por debajo les generan unos pesitos a quienes trabajan ahí, cosa
que la fila no hace.
Pero la decepción más grande,
mezclada con risa, dolor, sorpresa, y de tó, fue cuando hay un chico al lado mío
que acaba de recibir su papel, y el chamaco, muy risueño, mira el documento y me dice que no
entiende cómo es la cosa, porque tiene siete fichas en la policía, razón por la
cual no le resolvieron allá, y que aun cuando en el Palacio le dijeron que si
iba a buscar la certificación a la procuraduría lo más que podían era dejarlo
preso, aun así, esos barbarasos le entregaron su papel más limpio que el mío
que no he roto un plato en público.
Una vez más pensé que ese era el
colmo de RD, pero no, faltaba más. Llega un don con un paquete de folders
vendiéndolos por la módica suma de diez pesos, y cuando volteo hacia él para
verlo solo por instinto, me doy cuenta que el criminal está vendiendo folders
no solo usados, sino maltratados, un tanto arrugados y opacos en el caso de los
que eran de plástico.
En resumidas cuentas, el negocio
redondo que hay en el país con las gestiones de la Procuraduría no puede ser
más obvio. Mientras, ná, hacer como yo, busque su papel o haga su fila y
continúe viviendo en la gran aventura de ser dominicano. ¡Normal!
July
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